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«Haikus periodísticos». Poesía. 2016.

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Prólogo a la edición de Haikus periodísticos

La poesía y el periodismo comparten raíces: la brevedad de la palabra, la síntesis, la determinación de un ángulo. Haikus periodísticos nace como vínculo entre ambos géneros y busca crear, así, un sentido nuevo.

Para ello se utilizó lo elemental del género periodístico: establecer un límite en la cantidad de caracteres y evitar repeticiones entre los componentes de cada entrada —el texto y el paratexto.

Se decidió reproducir la rigurosidad de los caracteres periodísticos por medio del modelo tradicional del haiku, con tres versos de cinco, siete y cinco sílabas.

Cada poema corresponde a una noticia diaria; comienza, arbitrariamente, el sábado 29 de agosto de 2015 y concluye, también arbitrariamente, el viernes 23 de octubre del mismo año. Son 56 poemas. 56 días.

Dialogan, de este modo, el pasado de la noticia elegida, el presente en que se lee este libro y el futuro que, en su perduración, desprende todo objeto creado.

La idea de un poema por día pretende emular la disciplina de la labor en una redacción. Las noticias elegidas corresponden a ediciones de papel de diarios y revistas, tanto nacionales como internacionales, para conectar con el formato clásico de papel del género poesía.

Los temas abordados en los poemas responden también a un criterio periodístico: se buscó contemplar la mayoría de las secciones que constituyen un diario, desde política a deportes.

La elección de una noticia, entre todas las noticias de un día, fue una decisión ideológica. No solo por una determinada visión política de la realidad, sino también por una concepción artística, deportiva y de interés cultural en general.

Dichos haikus periodísticos tienen una bajada de línea política al igual que sucede con las noticias en los medios de prensa. Pero, a diferencia de aquellos, estos abordan cada tema sin hipocresías de falsa neutralidad, buscando poner en crisis la ilusión de objetividad.

Finalmente, la tensión: entre lo creado para la memoria y lo escrito para el olvido.

«Lírico». Poesía. 2014.

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La luz no escrita

Lírica es la voz de la mirada íntima. Pero lo íntimo que aflora, hiende el aire con su canto. El yo lírico afronta su orfandad con una música que hiere. Busca en la tradición una madre, y en la ruptura, un silencio que le devuelva el eco. La voz lírica es presencia de lo que huyó, necesidad de la infancia.

Una escena cualquiera busca su lenguaje, y la lírica la encuentra en el momento del desmayo. La escena se desvanece, y en el temblor previo a la fuga, la lengua la pone frente a los ojos. La lírica es dolor en movimiento, alegría en ebullición, vida que tirita en el infierno.

La voz lírica es voz apasionada. Un yo que sufre en desalojo. Una herida que busca en la lengua la unidad. Voz que el amor hace hablar. Y en el amor se entrega y se convierte en eco, huella de una palabra que fue, pero que sigue sonando. Estrella extinguida que brilla en el presente. Paraíso perdido en el cuerpo y recuperado en la imagen. Desgarro cuya sangre ilumina.

Cuerpo que en la música encuentra compañía, y cantando se encuentra con los otros. Los otros que hay en uno nos muestran el camino del abrazo. La lírica es un coro de una única voz. Pero una voz común, cuyo timbre es la unión de muchas voces. Así se reconoce y late en los demás. Así se recrea en un diálogo callado. Y es emoción estética y cardíaca.

“Donde ocurre / el corazón / el mundo es cierto”, dice Daniel Mecca en Lírico, su segundo libro de poemas. Certeza de la intuición, plenitud del instante, ética de la pasión, la lírica dirige su voz a una vida que merezca ser vivida, y su deseo se enfrenta, por tanto, con una realidad que lo rechaza. La lírica canta un mundo íntimo porque el mundo la censura. La paradoja de la vida es esa imposición, y por eso “vivir oculta una agonía”.

El amor es el motor del libro, y el dolor es el resultado de vivirlo apasionadamente. Daniel Mecca no cree que, para hallar a su musa, le baste con abrir los ojos; “tu nombre es instante”, le dice en el momento en que se esfuma, efímero. La lírica canta a un amor que es, como el horizonte, inalcanzable, a una vida vivida a la intemperie.

Como “latir es una orilla incierta”, la vida se produce en alta mar. Ese magma indistinto, siempre cambiante, siempre el mismo, lo invita a “abrirse al precipicio / donde / miro en mí”. Abismo del instante, abierto a lo perecedero, a la vida que en el fondo es fuego y es ceniza, “tierra incierta”.

¿Qué canta la lírica? No es la voz de la nostalgia, sino la de la fugacidad. El universo que estalla en el corazón y nos obliga a cantar su silencio, lo que es imposible decir porque decirlo ya está en otra parte: es “canto y olvido”.

Daniel Mecca se entrega al olvido con la convicción de que hacemos también lo que vendrá. Seremos olvido, pero el canto que fuimos seguirá cantando. Lírico es un libro que cree en la poesía como hacedora de mundos, palimpsesto vivo que otros seguirán escribiendo como se escribe la vida, sin garantías, incansablemente.

Prólogo de «Lírico», escrito por el poeta Eduardo , 2014.

«Ahorcados en la felicidad». Poesía. 2009.

«La poesía de Daniel Mecca `ahorca´ pero de sensaciones. La juventud del autor no obstruye el arribo de fantasmas y criaturas que debieran anidar en corazones más fatigados. ¿Estamos ante un poeta precoz? ¿Vuelve a las andanzas un Rimbaud porteño y por eso rápidamente ataviado de nostalgias y truenos? De versos bellos que florecen callejones sin salidas, estas páginas abundan». Martín Sánchez, periodista y escritor.

 

Para adquirir los libros, escribir a danielmeccaok@gmail.com

publicado enero 19, 2011 por danielmecca

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